Por Carlos Gallardo Guarniz
Un hecho que ha pasado inadvertido para la gran mayoría de peruanos que residimos en la Argentina –se estima que ya bordeamos los 300 mil- ha sido la presentación del documental Lágrimas de Wayronco, que se ha exhibido en el marco del Festival Internacional del Cine de Derechos Humanos (DerHumALC) del 8 al 14 de mayo en Buenos Aires. El largometraje, que dura 96 minutos, trata sobre el conflicto armado que sufrió el Perú durante las décadas del 80 y 90, y que, según el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR) la sangrienta y sanguinaria guerra entre las huestes maoístas de Sendero Luminoso, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), las Fuerzas Armadas y policiales y paramilitares que conformaron el terrorismo de Estado que se implantó por esos oscuros años en gobiernos "democráticos" dejó como calamitoso saldo la escalofriante suma de más de 70 mil muertos y desaparecidos.
El productor de este documental es Jorge Meyer, un español que decide abandonar su vida familiar sin sobresaltos económicos y su cómoda profesión de realizador publicitario en el Viejo Continente para embarcarse a ultramar e ir al encuentro de los andes peruanos. Al no recibir financiamiento para esta película en Europa, Meyer decide hipotecar su casa y lanzarse a la aventura quijotesca de llevar a cabo su opera prima Lágrimas de Wayronco, que pone, por primera vez y a escala mundial, el holocausto que vivieron los pueblos de la serranía y selva peruana durante más de 20 años.
El documental impresiona y pone los pelos de punta de principio a fin al espectador por todo lo que allí se trata: primeramente la crudeza de los testimonios que describen, con lujo de detalles, muchas veces quebrándose en el dolor, las atrocidades que cometían los terroristas y las propias fuerzas del orden, como por ejemplo el testimonio de una humilde campesina ayacuchana que llora desconsoladamente al narrar que fue salvajemente violada por cinco, seis, siete y más integrantes del ejército peruano, y que producto de esa violación nació un hijo, producto de esa violación su esposo decide abandonarla a su suerte. O como aquella otra no menos espeluznante que cuentan las madres campesinas que, en manos de los senderistas, se veían obligadas a matar a sus hijos pequeños para que no lloren o hagan ruido y ser delatados ante el ejército. Hay otros testimonios impresionantes donde la gente era obligada a cavar su propia fosa y ser enterrados, vivos en muchos casos. También hay testimonios de ashánincas que cuentan que los senderistas llegaron y se llevaron a sus padres, los cuales nunca más volvieron a ver. Los testimonios son, uno más que otro, aterradores, inenarrables que producen náuseas al espectador por el salvajismo de los acontecimientos.
El documental se vale en muchos casos de la ayuda de las imágenes y entrevistas del artista ayacuchano Edilberto Jiménez quien plasma las historias de terror por esos años en conmovedores dibujos y retablos de lo que fue ese genocidio compartido entre senderistas, emerretistas y las propias fuerzas armadas peruanas.
El largometraje trata de ser lo más equilibrado posible recogiendo testimonio y entrevistas de los propios protagonistas de la masacre, como a senderistas y emerretistas condenados a cadena perpetua y que en algunos casos se muestran arrepentidos, algunos simplemente dicen que se equivocaron pero que lo volverían a hacer porque las circunstancias y la historia así lo ameritaban. Hay otros testimonios, de los militantes de Proseguir, de Sendero, delirantes, que quieren seguir la lucha armada hasta llegar hacer de la tierra un paraíso, los mismos consideran a Abimael Guzmán un traidor por haber firmado el acuerdo de paz con el gobierno de Fujimori.
El documental también toca de cerca al actual presidente Alan García, pues cuando él estaba en plena reunión de la Internacional Socialista en la lejana Europa, en Perú las fuerzas policiales mataban a mansalva a todos los presos acusados de terrorismo en el penal Castro Castro. García en ese entonces prometió que se iba a investigar hasta las últimas consecuencias y llegar hasta los puestos de mayor jerarquía, sin embargo, el Almirante Giampietri, quien dio la orden para que se ejecutara esa masacre, hoy, no se sabe si como castigo o premio por su accionar, ocupa el cargo de Vicepresidente de la Nación.
También Fujimori es protagonista principal en el film, el ex presidente, quien actualmente está siendo juzgado en el Perú por delitos de lesa humanidad y que se ríe de la justicia peruana, pues en pleno juicio se queda dormido, le da ataques de risa, sufre de amnesia y, por último, diseña su estrategia de campaña para el 2011 en pleno juicio oral. Se ve a un Fujimori, henchido de orgullo, declarando a la prensa que las penas a los terroristas ahora sí se aplican con la severidad del caso –dice- con una aureola siniestra de satisfacción en su rostro, que los presos sólo tienen media hora para salir de sus celdas y ver la luz solar. Su compinche Vladimiro Montesinos también es notificado sobornando a los congresistas de la República para que se pasen a las filas del fujimorismo. Sus vínculos con el narcotráfico son puestos en evidencia y los cupos que cobraba para que operen libremente los narcotraficantes en la selva peruana saltan a la vista, como aquel barco de la Marina de Guerra del Perú que parte a Estados Unidos cargado de cocaína camuflada en latas de atún; la denuncia la hace el laureado economista Oscar Ugarteche, quien también dice que el FMI y el Banco Mundial financió la campaña electoral de Fujimori.
El documental abunda en otros testimonios de actores de la política peruana como a un Rafeal Rey, actual Minstro de la Producción, que en ocasión del terremoto en Perú ocurrido en agosto pasado, no tuvo mejor idea que crear el Pisco 7.2 que era el grado de intensidad del movimiento telúrico en la escala de Richter que mató a centenares de personas en el sur del país. El insensato de Rey trató de justificar lo injustificable, diciendo que todos los asesinatos son repudiables, pero que en su balanza de valores morales los asesinatos de los senderistas son mucho más graves que los cometidos por las fuerzas armadas. Hay otros testimonios, más centrados, como los de Javier Diez Canseco, Salomón Lerner, ex presidente de la CVR.
Después de ver el documental uno sale como alma en pena, con un sabor amargo de saber que el Estado y la sociedad peruana siempre han vivido dándole la espalda a nuestras poblaciones de la sierra y selva. El abandono que ha habido por parte del Estado, la pobreza en que han quedado sumergidas esas poblaciones ha sido el principal caldo de cultivo para germinar posturas tan extremistas como las de Sendero Luminoso y el MRTA ocasionando el conflicto armado fratricida que mataba salvajemente a indefensos y humildes campesinos, que, en medio del conflicto, no les quedaba más remedio que sumarse a las fuerzas del orden o afiliarse a las huestes subversivas, ya que, si se mantenían al margen era como estar indefensos en medio de la jungla salvaje a expensas de los leones por un lado o las hienas por el otro.
El productor de este documental es Jorge Meyer, un español que decide abandonar su vida familiar sin sobresaltos económicos y su cómoda profesión de realizador publicitario en el Viejo Continente para embarcarse a ultramar e ir al encuentro de los andes peruanos. Al no recibir financiamiento para esta película en Europa, Meyer decide hipotecar su casa y lanzarse a la aventura quijotesca de llevar a cabo su opera prima Lágrimas de Wayronco, que pone, por primera vez y a escala mundial, el holocausto que vivieron los pueblos de la serranía y selva peruana durante más de 20 años.
El documental impresiona y pone los pelos de punta de principio a fin al espectador por todo lo que allí se trata: primeramente la crudeza de los testimonios que describen, con lujo de detalles, muchas veces quebrándose en el dolor, las atrocidades que cometían los terroristas y las propias fuerzas del orden, como por ejemplo el testimonio de una humilde campesina ayacuchana que llora desconsoladamente al narrar que fue salvajemente violada por cinco, seis, siete y más integrantes del ejército peruano, y que producto de esa violación nació un hijo, producto de esa violación su esposo decide abandonarla a su suerte. O como aquella otra no menos espeluznante que cuentan las madres campesinas que, en manos de los senderistas, se veían obligadas a matar a sus hijos pequeños para que no lloren o hagan ruido y ser delatados ante el ejército. Hay otros testimonios impresionantes donde la gente era obligada a cavar su propia fosa y ser enterrados, vivos en muchos casos. También hay testimonios de ashánincas que cuentan que los senderistas llegaron y se llevaron a sus padres, los cuales nunca más volvieron a ver. Los testimonios son, uno más que otro, aterradores, inenarrables que producen náuseas al espectador por el salvajismo de los acontecimientos.
El documental se vale en muchos casos de la ayuda de las imágenes y entrevistas del artista ayacuchano Edilberto Jiménez quien plasma las historias de terror por esos años en conmovedores dibujos y retablos de lo que fue ese genocidio compartido entre senderistas, emerretistas y las propias fuerzas armadas peruanas.
El largometraje trata de ser lo más equilibrado posible recogiendo testimonio y entrevistas de los propios protagonistas de la masacre, como a senderistas y emerretistas condenados a cadena perpetua y que en algunos casos se muestran arrepentidos, algunos simplemente dicen que se equivocaron pero que lo volverían a hacer porque las circunstancias y la historia así lo ameritaban. Hay otros testimonios, de los militantes de Proseguir, de Sendero, delirantes, que quieren seguir la lucha armada hasta llegar hacer de la tierra un paraíso, los mismos consideran a Abimael Guzmán un traidor por haber firmado el acuerdo de paz con el gobierno de Fujimori.
El documental también toca de cerca al actual presidente Alan García, pues cuando él estaba en plena reunión de la Internacional Socialista en la lejana Europa, en Perú las fuerzas policiales mataban a mansalva a todos los presos acusados de terrorismo en el penal Castro Castro. García en ese entonces prometió que se iba a investigar hasta las últimas consecuencias y llegar hasta los puestos de mayor jerarquía, sin embargo, el Almirante Giampietri, quien dio la orden para que se ejecutara esa masacre, hoy, no se sabe si como castigo o premio por su accionar, ocupa el cargo de Vicepresidente de la Nación.
También Fujimori es protagonista principal en el film, el ex presidente, quien actualmente está siendo juzgado en el Perú por delitos de lesa humanidad y que se ríe de la justicia peruana, pues en pleno juicio se queda dormido, le da ataques de risa, sufre de amnesia y, por último, diseña su estrategia de campaña para el 2011 en pleno juicio oral. Se ve a un Fujimori, henchido de orgullo, declarando a la prensa que las penas a los terroristas ahora sí se aplican con la severidad del caso –dice- con una aureola siniestra de satisfacción en su rostro, que los presos sólo tienen media hora para salir de sus celdas y ver la luz solar. Su compinche Vladimiro Montesinos también es notificado sobornando a los congresistas de la República para que se pasen a las filas del fujimorismo. Sus vínculos con el narcotráfico son puestos en evidencia y los cupos que cobraba para que operen libremente los narcotraficantes en la selva peruana saltan a la vista, como aquel barco de la Marina de Guerra del Perú que parte a Estados Unidos cargado de cocaína camuflada en latas de atún; la denuncia la hace el laureado economista Oscar Ugarteche, quien también dice que el FMI y el Banco Mundial financió la campaña electoral de Fujimori.
El documental abunda en otros testimonios de actores de la política peruana como a un Rafeal Rey, actual Minstro de la Producción, que en ocasión del terremoto en Perú ocurrido en agosto pasado, no tuvo mejor idea que crear el Pisco 7.2 que era el grado de intensidad del movimiento telúrico en la escala de Richter que mató a centenares de personas en el sur del país. El insensato de Rey trató de justificar lo injustificable, diciendo que todos los asesinatos son repudiables, pero que en su balanza de valores morales los asesinatos de los senderistas son mucho más graves que los cometidos por las fuerzas armadas. Hay otros testimonios, más centrados, como los de Javier Diez Canseco, Salomón Lerner, ex presidente de la CVR.
Después de ver el documental uno sale como alma en pena, con un sabor amargo de saber que el Estado y la sociedad peruana siempre han vivido dándole la espalda a nuestras poblaciones de la sierra y selva. El abandono que ha habido por parte del Estado, la pobreza en que han quedado sumergidas esas poblaciones ha sido el principal caldo de cultivo para germinar posturas tan extremistas como las de Sendero Luminoso y el MRTA ocasionando el conflicto armado fratricida que mataba salvajemente a indefensos y humildes campesinos, que, en medio del conflicto, no les quedaba más remedio que sumarse a las fuerzas del orden o afiliarse a las huestes subversivas, ya que, si se mantenían al margen era como estar indefensos en medio de la jungla salvaje a expensas de los leones por un lado o las hienas por el otro.
Taytaa Maximo damian que honor tener tu musica en dicho documental, te agardecemos que hayas nacido en el Peru, Hermanito Lindo....
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