El Movimiento que busca la Amnistía Internacional de Abimael Guzmán Reynoso, el líder mesiánico de la agrupación subversiva y terrorista Sendero Luminoso, que sembró miedo, provocó muertes y genocidios en las poblaciones serranas del Perú en las décadas del 80 y 90, ha sido un protagonista no deseado por la sociedad peruana.
Esta agrupación, creada hace tres años, pretende participar en la vida democrática peruana a través del Movadef (Movimiento de Amnistía por los Derechos Fundamentales). El accionar de sus integrantes se hizo notorio en Perú a partir de las 400 mil firmas obtenidas y con las cuales se presentó ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para pedir su inscripción como partido político. En la Argentina sus acciones han cobrado enorme protagonismo cuando sus correligionarios se reunieron con las Madres de Plaza de Mayo, quienes luchan en la búsqueda de los desaparecidos durante la última dictadura del general Videla, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, incansable luchador por los derechos humanos y del derecho de la autodeterminación de los pueblos aborígenes. Asimismo, en otro video difundido por la prensa, sus miembros protagonizaron una manifestación a la Embajada peruana en Argentina, hecho que provocó la renuncia del embajador Lynch por haber recibido su carta pidiendo su inscripción como partido político en Perú.
Movadef, el grupo que reivindica el pensamiento Gonzalo, y cuyos integrantes apenas son un puñado de hombres, antes de estos acontecimientos se movían como pez en el agua en Argentina; así se los ha visto apoyando manifestaciones en contra de la minera Conga, como también junto a agrupaciones populares y de izquierda en Argentina y la agrupación Quebracho, todos movimientos políticos que tienen una activa participación en las protestas callejeras; por ejemplo, hace poco a los del Movadef se los ha visto junto a estos grupos protestando en la embajada de Israel en Argentina en solidaridad con el pueblo palestino.
Ante las acciones del Movadef el gobierno peruano se ha puesto en guardia y ha emprendido una campaña, mediática y política en el panorama nacional y ámbito internacional, con el propósito de perseguir a sus integrantes hasta meterlos presos. La primera repercusión de dicha medida ha sido la detención en Argentina de Rolando Echarri Pareja, activista de este movimiento en Argentina que el gobierno peruano busca extraditarlo.
Asimismo, el poder ejecutivo ha mandado al Congreso un proyecto de ley para encarcelar a todo aquel que niegue, justifique o defienda el delito de terrorismo ejercido por Sendero Luminoso. Sin embargo, lo que llama la atención de esta ley, es que no dice nada respecto a las muertes que provocó el ejército peruano durante la dictadura de Fujimori, que en su lucha por terminar con Sendero Luminoso también cometió matanzas de comunidades campesinas, desapariciones, torturas, en fin, al igual que Sendero, las fuerzas de seguridad comandadas por el lugarteniente de Fujimori, Montesinos, cometieron delitos de lesa humanidad.
En otras palabras, para el gobierno de Ollanta alguien que niegue y defienda los asesinatos de Sendero está mal y por tanto será encarcelado, pero alguien que niegue o defienda los crímenes cometidos durante el régimen de Fujimori está bien y no le pasa nada (digo, no decir nada al respecto es lo mismo, quien calla otorga)
Si verdaderamente queremos avanzar como sociedad superando esa cruenta guerra interna que vivió el Perú durante dos décadas y que regó de sangre nuestro pueblo con tantas muertes inocentes, el Estado tiene que ser el primero en dar muestras de querer una verdadera pacificación y reconciliación nacional entre todos los peruanos, y para ello tiene que ejercer su imparcialidad; sin embargo, promoviendo leyes arbitrarias sólo alienta una justicia tuerta. La miopía de la ley del negacionismo traerá más ilegalidad, injusticia, desazón, remordimiento y dividirá aún más a todos los estratos de la sociedad peruana.
Movadef, el grupo que reivindica el pensamiento Gonzalo, y cuyos integrantes apenas son un puñado de hombres, antes de estos acontecimientos se movían como pez en el agua en Argentina; así se los ha visto apoyando manifestaciones en contra de la minera Conga, como también junto a agrupaciones populares y de izquierda en Argentina y la agrupación Quebracho, todos movimientos políticos que tienen una activa participación en las protestas callejeras; por ejemplo, hace poco a los del Movadef se los ha visto junto a estos grupos protestando en la embajada de Israel en Argentina en solidaridad con el pueblo palestino.
Ante las acciones del Movadef el gobierno peruano se ha puesto en guardia y ha emprendido una campaña, mediática y política en el panorama nacional y ámbito internacional, con el propósito de perseguir a sus integrantes hasta meterlos presos. La primera repercusión de dicha medida ha sido la detención en Argentina de Rolando Echarri Pareja, activista de este movimiento en Argentina que el gobierno peruano busca extraditarlo.
Asimismo, el poder ejecutivo ha mandado al Congreso un proyecto de ley para encarcelar a todo aquel que niegue, justifique o defienda el delito de terrorismo ejercido por Sendero Luminoso. Sin embargo, lo que llama la atención de esta ley, es que no dice nada respecto a las muertes que provocó el ejército peruano durante la dictadura de Fujimori, que en su lucha por terminar con Sendero Luminoso también cometió matanzas de comunidades campesinas, desapariciones, torturas, en fin, al igual que Sendero, las fuerzas de seguridad comandadas por el lugarteniente de Fujimori, Montesinos, cometieron delitos de lesa humanidad.
En otras palabras, para el gobierno de Ollanta alguien que niegue y defienda los asesinatos de Sendero está mal y por tanto será encarcelado, pero alguien que niegue o defienda los crímenes cometidos durante el régimen de Fujimori está bien y no le pasa nada (digo, no decir nada al respecto es lo mismo, quien calla otorga)
Si verdaderamente queremos avanzar como sociedad superando esa cruenta guerra interna que vivió el Perú durante dos décadas y que regó de sangre nuestro pueblo con tantas muertes inocentes, el Estado tiene que ser el primero en dar muestras de querer una verdadera pacificación y reconciliación nacional entre todos los peruanos, y para ello tiene que ejercer su imparcialidad; sin embargo, promoviendo leyes arbitrarias sólo alienta una justicia tuerta. La miopía de la ley del negacionismo traerá más ilegalidad, injusticia, desazón, remordimiento y dividirá aún más a todos los estratos de la sociedad peruana.
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