martes, 11 de diciembre de 2012

El resurguir del Consejo de Consulta


LA OTRA ESQUINA
Por Carlos Gallardo Guarniz
La reciente convocatoria para la elección del Consejo de Consulta 2012-2013 ha convocado a un número importante de más de 700 personas para elegir, entre 24 candidatos a 9 representantes de la comunidad. Aunque el número es exiguo si tomamos como porcentaje los más de 300 mil peruanos que viven en Buenos Aires, resulta muy significativo si tomamos en cuenta que la participación en las dos últimas convocatorias para el CC apenas si llegaron a un puñado de una veintena de participantes; y este desinterés de la comunidad fue acrecentado por la poca difusión del Consulado, pero por sobre todo, que a partir del 2008 el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú cambió su reglamento exigiendo un porcentaje mínimo del 3% de inscriptos en la jurisdicción consular, que para el caso de Buenos Aires rondaría los mil ochocientos votantes tomando en cuenta los más de 87 mil peruanos inscriptos en esta ciudad.
Esta medida fue duramente cuestionada por los peruanos en el exterior ya que tenía como propósito desalentar la participación de los connaciones, teniendo como intención la desaparición de este órgano de consulta, que con todas sus falencias y restricciones de ejecución a cuestas, significó una piedra en el zapato para el propio Estado peruano porque los consejeros, si hay algo que los ha caracterizado, es ponerse del lado de la comunidad y no ser obsecuentes ante las autoridades consulares; esta situación los ha llevado a reclamar por mejoras en la atención consular y exigir al Estado mayor atención a los más de 3 millones de peruanos que vivimos en el exterior. Y como ejemplo en Buenos Aires ahí están las marchas a la Embajada reclamando rebajas de costos en los trámites de documentación consular como así también pidiendo la intervención de nuestro embajador de turno ante las autoridades locales por la campaña mediática de estigmatización de la comunidad con los narcos peruanos de la villa de Bajo Flores. Las protestas retumbaron en los oídos de los embajadores Martín Belaunde Moreyra y Judith de la Mata, durante las gestiones presidenciales de Toledo y García. Cancillería tomo nota de esta situación y vio cómo el órgano de consulta que había creado con la intención de quedar bien con los peruanos en el exterior, pero bajo su sumisión y control, se les había ido de las manos; la criatura se les rebeló y se puso del lado de sus hermanos de sangre, huérfanos de autoridades competentes que velen por sus derechos y seguridad estando en el extranjero.
Así las cosas, y ante tantas críticas, Cancillería dio marcha atrás con los porcentajes necesarios y de un extremo se paso a otro, pues se decidió que se elija a los Consejos de Consulta en base a los participantes presentes, es decir, si el pasado sábado 29 hubieran ido 10 ó 5 votantes y se presentaban 3 candidatos, igual había un Consejo de Consulta que supuestamente es representante de la comunidad.
Ahora bien, esta elección del Consejo de Consulta representativo de la comunidad en Buenos Aires es una farsa si tomamos en cuenta la cantidad de peruanos residiendo en la capital argentina; pero por otro lado, ¿a cuántos peruanos les interesa que haya un Consejo de Consulta? ¿Cuántos peruanos saben de su existencia y para qué están? En la Argentina, y me atrevería a decir que a un número importante de peruanos residiendo en el exterior, sólo van a votar para salvarse del pago de multas económicas, les interesa en lo más mínimo, si hasta en las elecciones presidenciales muchos ni saben quiénes son los candidatos, y otros votan a ojos cerrados por tradición política familiar. Con lo cual ya uno puede ir sacando sus conclusiones  que democracia no necesariamente quiere decir que el candidato de las mayorías sea el mejor representante del pueblo; pero sí el que mejor organizado está y cuenta con un séquito de seguidores importante, y esto mismo ocurrió en esta presente elección del Consejo de Consulta, pues los candidatos que obtuvieron la mayor cantidad de votos basaron su triunfo aprovechando la plataforma de que ya gozan con sus agrupaciones políticas como MTL y Pucará, por citar los ejemplos de Ysmael Medina (110) y Francisco Azarte (75).
Asimismo, ha sido elegida como consejera Gina Huarcaya, candidata demonizada por los medios de la comunidad por su supuesta militancia en las filas del Movadef, lo cual ella ha rechazado, pero al menos lo que se desprende de las denuncias es que, mínimamente, alguna simpatía tiene por esta agrupación que busca la amnistía internacional del genocida Abimael Guzmán, quien purga cadena perpetua por delitos de lesa humanidad. Y el tema con el Movadef es que no se puede aceptar a una agrupación política que en ningún momento demuestra arrepentimiento por los delitos cometidos por Sendero Luminoso, todo lo contrario, sus jóvenes militantes reivindican y avivan con loas el pensamiento Gonzalo. Y qué es el pensamiento Gonzalo si no llegar al poder a través del terror y la violencia. El delirio demencial de Abimael nos llevó a una cruenta guerra fratricida entre peruanos que fue sofocada y derrotada por un Estado igual de violento y criminal, corrupto hasta la médula. Más de 60 mil muertos dejó esta sanguinaria guerra y, según el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, se reparten en igualdad de condiciones los muertos, tanto el terrorismo de Sendero Luminoso como el terrorismo de Estado ejercido por Fujimori y su lugarteniente Montesinos; sin embargo, no leo que algún periodista proteste airadamente y ponga el grito en el cielo si algún candidato muestre simpatía por Fujimori, cuya gestión se caracterizó por ser un gobierno despótico, absolutista y totalitario comprando la línea editorial de los diarios.
Por otro lado, los consejeros electos Orfa Pérez y Johnny Rojas Balladares fueron impugnados como candidatos por estar en el Veraz, es decir, por deber dinero a alguna entidad financiera. Esta situación no prosperó y el Comité Electoral desestimó este pedido. Cabe mencionar que uno de los impugnadores ha sido el periodista Pierre Manrique, que ya sabemos, se han declarado en guerra sin cuartel con el grupo solidario que apoyó la campaña de Vanina y otras actividades más de la misma naturaleza. Por eso no me extrañó que esta denuncia haya sido con el ánimo de mellar y dejar mal parado a ambos consejeros, aunque la objeción para bajar a los candidatos no prosperase; sin embargo, esta impugnación, en cierta forma, echa por tierra otra denuncia que en su momento hiciera el conductor de Algo Más. Recordemos que en su programa radial el arequipeño dejó entrever, maliciosamente, que a través de las campañas solidarias que se realizaban para recabar fondos los organizadores hacían negocios paralelos con las actividades; pues bien, con esta prueba del Veraz se demuestra que no hubo tales negocios paralelos porque dichos candidatos han preferido gastar su peculio económico y su tiempo ayudando a terceros con necesidades urgentes que a fijarse en su propio patrimonio personal. Esto me demuestra el verdadero espíritu solidario de los consejeros; sin querer, Manrique, les ha hecho un favor poniendo en evidencia su honestidad.
Finalmente, el presente escenario de entusiasmo del Consejo de Consulta ha traído a mi memoria la elección del año 2005, donde hubo una masiva concurrencia de compatriotas y donde los candidatos, al mejor estilo de la demagogia política, ofrecieron el oro y el moro cual candidatos a una curul en el Congreso, inflando las expectativas de su trabajo. Esto mismo ha ocurrido con los actuales candidatos, que en su mayoría han hecho propuestas desfachatadas que no les competen; es más, el propio Consejo de Consulta, a pesar de ser autónomo del Consulado, depende de éste para ejecutar alguna actividad. De modo que si no tiene la venia y aprobación del consulado no pueden hacer nada. Entonces, ¿cuál es su función? Recordemos, es un órgano asesor del consulado, que informa al Cónsul acerca de las necesidades y requerimientos de la ciudadanía en diferentes ámbitos, principalmente en actividades solidarias y la promoción de la cultura, en la eficiencia de los servicios consulares, la inserción de los peruanos en el país de residencia; en fin, pero será el Consulado el que debe realizar la gestión, mas no el Consejo de Consulta.
Llegado a este punto, esperemos que el presente Consejo de Consulta no cometa los mismos errores de sus antecesores, que los apetitos personales de los consejeros por figurar no predominen por sobre las buenas intenciones a favor de la comunidad. Asimismo, los medios de información deberíamos dejar de poner palos a la rueda y abandonar nuestro pesimismo con este órgano. No exijamos más de lo que puede hacer un Consejo de Consulta y más bien colaboremos todos en beneficio de la colectividad

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